martes, 1 de marzo de 2011

Los Sutras de la Araucanía

Üku engu ta raq deyulngey,
fey ta widëngekey
ta metawe

El polvo de la piedra misteriosa
el oropel de las alta grutas
se mezcla y amalgama
con el lodo y la greda mas baja;
sólo así se puede construir
una vasija sagrada.

Junto con describir una técnica de alfarería, el epigrama aluda a una antigua ceremonia de iniciación guerrera. En ella, un longko, un “gran jefe”, motivado por el enfrentamiento de desafíos trascendentes, subía y buscaba una gruta secreta (kuramalal) donde se aliaba a los poderes superiores de la Naturaleza. 

Para hacerse invulnerable a las heridas de muerte, el guerrero procedía del mismo modo que la alfarera: se introducía bajo la piel un polvo místico extraído de las altas rocas cordilleranas, para así proporcionarse el “pulido y la impermeabilización de la existencia”.

Tal polvo, que se sospecha era un raspado de un fósil prehistórico, pretendía ser una especia de sobre naturaleza que daba el acabado final tanto al cántaro ritual, como al varón valiente. Esta curación ritual para vidriar la greda y la carne, era llamada üku puerta, considerándose el gran “remedio” de la vida, vida que solo se “arreglaba” en esas grutas de oriente trasandino, encontradas luego de un ardua epopeya sembrada de peligro que les iba acumulando méritos. Otro de los afectos de esa casi mística curación era hacer ubicuo el corazón y la multiplicación de su fuerza.

De los materiales más humildes se pueden lograr los mas valiosos resultados si en su confección media la presencia de un minúsculo elemento noble. Porque basta un gramo de oro para elevar la condición de una multiforme masa de barro. Tal es el mejor símil del hombre, esa vasija de lodo y greda que es su cuerpo conteniendo el átomo de oro de su espíritu. Vale decir, el fondo implícito y oculto del epigrama es declarar esta verdad.

Pareciera que entre los extremos de los elementos de un universo hubiera una especie de necesidad interna de buscarse y fundirse en una nueva realidad. Cuando un extremo de la realidad alcanza su cúspide, inicia una especie de vuelta, de retorno a los antiguos orígenes para rescatar de allí nuevas posibilidades de superación, ensayar nuevos arranques evolutivos, probar nuevos caminos de creación y otras alternativas de ser y de progreso. Es decir, cuándo el polvo del oropel de las altas y misteriosas grutas cordilleranas ya no puede acender mas, desciende para amalgamarse con la abundancia de la greda común para así darle una oportunidad a ésta de acceder a una condición nueva, a un plano de realidad jamás soñado: la inédita condición del barro de ser vasija sagrada. En los límites, los elementos se buscan, se tocan y se funden. Sin esta coexistencia y esta mezcla, se detendría la variedad singular del proceso creativo del universo.


Cabe también en este simbólico texto una interpretación más figurada, ligada a la esfera del proceso de superación personal de un hombre. Así, el lodo y la grada más baja vienen a representar la parte obscura y errónea de su conducta, el mundo de los efectos, las áreas sin pulir ni acabar, los errores y partidas en falso de la psiquis. Y la abundancia de ellos constituyen el material base para lograr una perla, una vasija refinada y pulida. Si no hay defectos, no hay trabajo ni materia prima para la posibilidad de acceder a alguna perfección mayor: sólo quién hurga al fondo de su propio lodo podrá encontrar el oro de su Yo profundo.


del YERPUN al Libro Sagrado de la Tierra del Sur por Ziley Mora Penroz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario