miércoles, 2 de marzo de 2011

El Camino de la Conciencia Despierta


Como un desierto amplio y lleno de horizonte se me ofrece esta palabra que busca un compartir y alentar el fuego que se ha venido manifestando en mi y a mi alrededor. La conciencia que se abre paso sanando y atendiendo a lo vivido es dificil de nombrar porque en la experiencia engloba muchos pasos e intentos cotidianos.

Recuerdo como he ido reconociendome en el ir sanado, recuerdo que se remonta a mi infancia y que se liga con mi formación como psicologa y actriz. Miro con atención y descubro que en mi caso sanar ha significado desatar los nudos, esos espacios en donde puedo reconocer mis heridas y luego ir lenta y constantemente hilvanando y tejiendo los hilos sueltos, los cabos perdidos, integrando cada acontecimiento, sentimiento, pensamiento, acción y palabra, como un inmenso telar.

Sanar a sido reconocer que existe un telar y que es un telar inmenso que constituye el universo entero  en su magnifico misterio y extensión. Sanar a sido recordar que en ese telar inmenso esta existencia mía es una parte del tejido allí contenido, entrelazada por muchas hebras a la existencia de otras tantas vidas y momentos.

Recuerdo el telar de mis ancestros mapuches, recuerdo el primero que vi verdaderamente grande, más alto y ancho de lo que imaginaba, como un gigante; recuerdo que ese es un intento, la manifestación de un intento de captar lo eterno, lo infinito. Cuatro puntos cardinales que se unen para sostenernos, las referencias sagradas de verticalidad y horizontalidad; todo ello unido nos permite entender y ponerle palabras a la hondura y profundidad de la experiencia. Tal vez, me soplan, de allí se derivan las cuentas del tiempo, para no caer en la pura hondura del infinito creamos cuentas de hilos, de piedras, de estrellas, de direcciones y en el centro nos ponemos a trabajar para viajar con carreteras de todos tipos las infinitas parcelas del Misterio.

Entonces para sanar, hay que reconocer que soy un ser que quiere reanudar su conexión con todo el misterioso y sagrado devenir de la vida, para que todas las polaridades que nos constituyen bailen integradas y construyan la leyenda que el Espiritu nos sopla cada noche y cada amanecer, como advertencia, como señal, como aseveración y conformidad.

Maria Consuelo Sanhueza Silva

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