El acceso a lo sutil, a la energía y al universo entero es la Conciencia.
La sanación encuentra su flujo aquí, en una complenitud, y la manifestación más intensa
de ese espacio de convergencia es la Conciencia misma.
En ese reconocimiento espontáneo vamos percibiendo el flujo continuo del Silencio Interior, se abre como una puerta por donde atravesamos y viajamos por todas las manifestaciones. En esta relación, cada aspecto con el que hacemos contacto cambia, en radiancia, en estructura, en vibración, en relación.
La sanación es un camino humano, es cuando compartimos el estado de conciencia con la existencia del otro, con todo lo que el otro porta, define o bloquea. Es un encuentro con la totalidad del otro en la propia experiencia.
Sin necesidad de definir, de catalogar o de idear, la relación completa de lo conocido y lo desconocido nos hace testigos participantes de lo nuevo.
Sanar implica trascender en esta enseñanza, distinto de curar, cambiar la conciencia desde la cual se experimenta uno a si mismo y el mundo. Más que un cambio de paradigma es un cambio en el vivir siendo.
Somos humanos, manos, presencia, co creación, potencial de existencia plena.
Somos conciencia en experiencia humana, preciada, vulnerable, brillante y única.
Sanar es sanarse, ser sanador es Ser. Conciencia de Ser.
Aprender la enseñanza de la sanación es un recorrido que se desenvuelve en los espacios de la comprensión, la sanación personal, la percepción, el silencio interior y el servicio.
Para aprender a ser sanador uno debe abrirse a considerar cada cuerpo constitutivo como un todo integrado. El sanador, el método y la sanación son uno con el cuerpo, la mente, las emociones y la conciencia del aprendiz. No importa si uno trabaja con sus manos en contacto con el cuerpo de la otra persona, o con su palabra o con su atención e intento directamente. Lo importante a esta enseñanza es que se reconozca la Conciencia de Ser.
Todos los pases energéticos, las palabras y las intenciones brotan del silencio interior, están vacías de expectativas o gratificaciones, es una labor silenciosa, son gestos en el infinito creativo.
La enseñanza se explora, la disciplina se practica y cada aprendiz va hasta donde lo lleve su propio espíritu creativo. Requiere paciencia y perseverancia pues no hay diplomas disponibles a la conciencia, y hay más practica, y mas práctica en vez de información.
Los invito a aprender por el Tiempo y el Espacio que nos toca vivir, a encontrar Aquello, que perdura a través de todos los cambios y transformaciones, y a compartir sanar con otros la propia libre disponibilidad convivida sin aspirar a grados, jerarquías o instituciones, soltando los dogmas y arquetipos personales y sociales para ser co ayudadores y testigos de la presencia del silencio y de la maravillosa manifestación en el encuentro de la sanación.
Carlos Andrés Otero Robledo
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