Es una práctica contemplativa
rigurosa y profunda, que no toma como base una ideología, religión, institución
o doctrina. Sino más bien al impulso natural del espíritu humano en su búsqueda
de respuestas ante el misterio de la existencia.
Así como la practicamos, se forja
en nosotros una capacidad paradójica desde el punto de vista personal. La
capacidad para estar con uno mismo, con todo su contenido psico físico, mental
emocional, sin tratar de eludirse o agredirse a si mismo.
La Inmersión Contemplativa es un
espacio donde penetramos en una práctica intensiva del ser. Más, el ser mismo
es una incógnita y lo enfrentamos como tal.
No se trata de visualizar o
proponernos de alguna manera sentirnos especiales. Lo que si, hay una propuesta
fundamental y esta es: navegar en la capacidad de experimentar el desarrollo
espontáneo de nuestras acciones y omisiones internas, yendo cada vez mas
profundo. Esa profundidad se puede dar en muchos niveles, no en el sentido de
que "se supone que hay cosas que van a suceder primero y otras después",
o en el sentido de niveles jerárquicos de la experiencia. Es mas bien una
profundidad por lo inconmensurable de lo que se revela al explorador, al
practicante.
Esta es una práctica
contemplativa de largo aliento. Que forja una valiosa templanza interior, una
agudeza de la atención y una rigurosidad en la manera en que nos enfrentamos a
nosotros mismos y nos descubrimos en un acto de fiera honestidad ante nuestros
propios condicionamientos.
La realizamos en el largo filo de
la noche. Penetramos en el momento en que toda nuestra mente cuerpo nos dice
que no tiene sentido estar despiertos y atentos. En ese momento y con esta
intención se comienzan a desplegar capa tras capa nuestros condicionamientos
mas profundos.
Todo aquello que se revela tal
cual es en la conciencia, comienza a liberarse de su inercia.
Hay un propósito basal en esta
práctica: penetrar en la raíz misma de la percepción, de la atención y la
conciencia de ser. Para esto he descartado de plano toda preconcepción sobre lo
que uno va a encontrar. Creencias de cualquier tipo, predisposiciones, ideas o
necesidades personales son abandonadas en esta práctica.
Vaciar la taza es esencial, tener
mente de principiante, porque no importa cuanto creemos que sabemos o si
nuestra experiencia es muy acabada. Ante el salto a lo desconocido de nosotros
mismos, todos siempre nos estamos iniciando.
Lo fundamental se basa en
adquirir el "espíritu"
de la práctica. Osado y desprendido, que confía plenamente en la manifestación
de su existencia y osa explorar en ella hasta los más recónditos espacios que
esta depare.
En la práctica aceptamos el vivir
como un lugar indefinido de tiempo -espacio -experiencia, en donde intuimos la
asombrosa conjunción del enorme impacto del saberse existiendo, con la
intuición de que esta experiencia -tal como la conocemos- cesará. Nuestra bella
fragilidad humana, tan cierta, tan rehusada.
Insistentemente nos ofrecen y buscamos el propósito de evadirnos de la
complenitud de esta experiencia tan radical y tan efímera. Disfrazándonos de
ideas divinizadas, cósmicas o arquetípicas de nosotros mismos, lumínicas,
angelicales e imperecederas. Todo por que no logramos entender, penetrar en la
potencia de una exhalación que se desvanece, de una hoja que decolora, de un
tiempo que se agota, en fin, de una belleza que no se puede atrapar o
controlar.
Nos inculcaron este miedo, no es nuestro.
¿Por que no podemos convivir plenamente con toda nuestra experiencia?
Este es un espacio para descubrirlo, para revelarlo, para despertar.
El camino esta ocurriendo, es la
experiencia de la vida misma desde la conciencia de que está sucediendo. Como
el agua de un río, se puede mirar su flujo pero no se lo puede detener. Algo
asombroso se revela, el misterio del origen y el destino del río parecen
asomarse frente a nosotros, y no logro reconocer exactamente donde termina el
río y comienzo yo como testigo. Algo en mi también fluye sin cesar, cambia, y
no conozco su origen ni su destino. Estoy en paz con esto, me abandono.
¿Soy río y flujo?
Me arremoliné, solo para merger y
surgir.
El pez no nada en donde respira,
el vuela, el vuela.
Carlos Otero Robledo.
Agosto 2012
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