lunes, 28 de mayo de 2012

Taller Intensivo de Laboratorio Energético

"Por mi parte, cuando penetro íntimamente en lo que denomino 'yo mismo', siempre tropiezo con una u otra percepción particular, de calor o de frio, de luz o de sombra, de amor o de odio, de dolor o de placer. Nunca me sorprendo a 'mi mismo' en un momento dado sin una percepción, y nunca puedo observar nada excepto una percepción."
David Hume



Nos reunimos esta vez en Farellones, rodeados de montañas y sostenidos por el sonido del río, un grupo de asiduos practicantes de este laboratorio y otros nuevos; abriéndonos todos al Misterio de este descubrirnos en la mirada penetrante de una pregunta por ese espacio impreciso, intimo y desconocido, que tan cotidianamente llamamos "mi mismo".


Entrar a esta pregunta -a esta especie de viaje- es un ejercido que parece abstracto como la filosofía pura.

Caminar incesante por palabras, pensamientos, ideas que ya tantos otros han esbozado y recorrido, y sí, estamos allí inmersos en un ejercicio reflexivo, recursivo casi, como el perro que intenta morderse la cola dando vueltas sobre "sí mismo". A diferencia del perro, aceptamos de antemano que esa cola es "nuestra" y sospechamos que en medio de todas esas vueltas; en el intento de tomarnos por sorpresa y por completo, vamos dilucidando y develándonos en lo más intimo, en lo que de más esencial tiene el ser humano en su instancia de observación contemplativa.


No deja de sorprendernos este encuentro con el otro desde esta reflexión compartida.
No deja de asombrarnos la relación que se genera cuando uno pregunta y el otro se enciende en su respuesta, se pierde, se cuenta a sí mismo, se recrea otra pregunta que abre puertas insospechadas dentro de sí y hacia afuera.
¿Dónde ocurre todo esto? ¿en nuestra cabeza?¿en nuestra mente?¿en nuestro cuerpo?


La sabiduría es un lazo que se inscribe entre los que se miran frente a frente, con toda la hondura de sus preguntas, de sus vulnerabilidades, de sus sombras, de sus certezas... fueron horas de ponernos en la palabra, en el silencio, para hacernos las preguntas sobre ser humano, la pregunta por el existir... ¿y dónde  ocurre todo esto? ¿en mí mismo? ¿en el otro?



Pero estas preguntas no están colgadas del vacío de nuestras mentes pensantes y reflexivas, no es un juego racional para adentrarnos en ese recursivo laberinto que afirma nuestro ego, que sostiene de una vez y para siempre nuestro sí mismo. Estas preguntas son anzuelos para nuestra percepción toda.



Somos cuerpo, somos respiración, somos mente, somos pregunta que toca el cuerpo y cuerpo que sucede en un tiempo, tiempo que se prefigura en una respiración que esta fuera y dentro de todo lo que nos rodea.



Y entonces este Laboratorio es esa mirada aguzada, severa, insistente y asombrada del científico de "si mismo", de ese buscador que llega al punto del silencio donde cabe la pregunta por su propia existencia... Este Laboratorio Energético es cuerpo, palabra y silencio; lo que somos sucede y nosotros intentamos observar ese suceder, siendo.


Y aparece en ese ser siendo una pregunta, una pregunta sin contornos.
"Lo que digo no es lo que está sucediendo; lo que digo, está sucediendo".

Y así como un koan, esta afirmación nos lleva al abismo del pensamiento, limite entre la palabra y el entendimiento, gesto en que nos quedamos colgados como polillas a la luz, girando, esclarecidos, asombrados, en "si mismados" y del todo desposeídos... 
¿Qué es lo que sucede? ¿Qué es lo que siendo no es lo dicho?



No harémos aqui el resumen de lo vivido, ni dejaremos establecidas las probables respuestas.
Será quizás una invitación tan sólo a incitar nuevas preguntas, de esas que calan hondo, de esas que no parecen tener respuesta. Esas preguntas que abren un sin fin de emociones y silencios tan adentro que parecemos todo nosotros volcados afuera, o aquellas que nos dejan ante una sensación nueva, totalmente extraña de nuestro cuerpo.


Algo así es el aroma que queda en mi memoria, memoria de pensamientos y sensaciones, de este Taller de Laboratorio Energético: un profundo darme cuenta del límite exacto de mi pensamiento, allí donde la palabra parece decir y no dice nada, o apenas alcanza para compartir retazos de una experiencia.

Gracias a Carlos por abrirnos y ofrecernos este espacio de experimentación, gracias a Francisca y Felix, anfitriones generosos de esta casa al pie de la montaña. Gracias a todos los que participamos de este taller, por nuestro intento intimo en este camino del preguntar profundo y contemplativo.

María Sanhueza Silva
Santiago, 12 de Mayo de 2012.







sábado, 5 de mayo de 2012

Un profundo darse cuenta






¿Qué tan profundo es el estado de dar por sentado las cosas en nosotros? ¿Qué tan auto centrados y ciegos  nos puede llevar a ser? Por ejemplo ahora mismo, mientras escribo esta reflexión, en medio de esta suerte de claridad ¿Que estoy dando por sentado? Como todo ejercicio de expresión, asumo esta escritura como parcial y develadora, más que una mera descripción objetiva de las cosas como son.

Observo que no es posible instalar, recrear y explorar la comunicación verdadera entre nosotros cuando damos por sentado aquello que nosotros creemos, sentimos, pensamos o deseamos. Desde allí se crían y sostienen retoños de abuso, amenaza, mentira, agresión e incomprensión; quizás sutiles en principio y que por lo mismo me revelan lo fundamental de esta reflexión que aquí acuño y comparto. 

Esta reflexión me pregunta mientras la escribo. Me refleja lo que observo día a día en mis relaciones. Me recalca aquello que me parece hoy en día inadmisible en instituciones, comunidades, gobiernos, asambleas y organizaciones varias. 

Si pregunto claramente ¿porqué no se me responde? ¿Si las cosas - cuales quieran que estas sean: emociones, tareas, visiones, condiciones , etc- cambian, porqué esto no se expresa? Me pregunto cuánto hay aquí de temor, que desde otro punto de vista pudiera llamarse cobardía. ¿Cuánto hay de ignorancia de sí mismo, cuanto de pereza... ?

Y ahora mismo te pregunto: ¿Qué estás dando por sentado en tu vida?¿Cómo podemos seguir aferrados a la ilusión de que aquello que vemos, sentimos, vivimos, pensamos o "tenemos" se mantendrá idéntico y sin modificación? Intuyo que es esa suerte de certeza la que sostiene una parte de ese dar por sentado. Y por otra parte una tozuda auto referencia  de que "yo pienso que... entonces..."

¿Qué tiene de vital y presente esta relación con los otros, con la vida? ¿No es acaso una tendencia que refrena lo que se mueve y se transforma? ¿No refleja este gesto del dar por sentado una profunda estructura psíquica, una afán sin tiempo de que las cosas se mantengan como "yo" quiero que sean? Pero aún antes de esto, ¿nos preguntamos cómo son las cosas? ¿Nos preguntamos si el otro piensa, siente, actúa como yo? ¿Nos preguntamos si el otro tiene el tiempo, entendimiento o escucha que yo vivencio?

Si estas preguntas se hacen, mas allá del puro funcionalismo de obtener una respuesta cerrada, si esas preguntas son formuladas constantemente como un ejercicio de atención a nuestras experiencias y relaciones, podemos ser activos y claros en nuestra comunicación. Y mientras escribo reflexiono que es una invitación fundamental en la convivencia el no dar por sentado nada. Por radical que parezca esta proposición ya Krishnamurti planteaba que desde el primer paso la semilla debe ser total y completa para que nos lleve a una transformación real.

Mucho trabajo, un arduo trabajo, el más bello espacio de atención.

María Sanhueza Silva
Limache, Mayo 2012